Caminos
Sabores
La feria, es una herramienta para el desarrollo rural sustentable.
En 2012, Caminos y Sabores
contó con la presencia de grupos de pequeños y medianos productores coordinados
por el INTA. Los comentarios de los participantes coinciden en el valor de la
feria para las economías regionales . .
Ser un pequeño productor apícola de Villa Ángela, Chaco, y tomar contacto con los consumidores de la gran ciudad parece mucho más que un sueño. Sin embargo, puede ser una realidad. Desde la primera edición de Caminos y Sabores en 2005, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha acompañado año a año a más de 130 grupos de productores en su camino hacia la feria que une el turismo, los alimentos y las economías regionales y que sólo en la última edición logró reunir a más de 100.000 personas en cuatro días.
Caminos y Sabores, que en 2013 llevará a cabo su novena edición, se ha convertido, no sólo para los productores, sino también para las instituciones u organizaciones de gobierno que apoyan el desarrollo de las economías regionales, en una herramienta de gran importancia.
En el caso del INTA, más de 260 personas fueron capacitadas y recibieron asistencia técnica para participar de Caminos y Sabores a través del Programa Federal de Apoyo al Desarrollo Rural Sustentable (ProFeder), que tiene como objetivo brindar herramientas a los pequeños emprendedores de todo el país para sacar adelante sus proyectos productivos.
En 2012 fueron 15 los grupos de productores que participaron de la Feria con sus dulces, vinos, artesanías y servicios de turismo rural, entre otros productos. El ingeniero Pablo Vallejo, que tiene a su cargo la organización del Grupo Apícola Yarará, de Monte Caseros, Corrientes, destaca el aporte de haberse asociado en un grupo de Cambio Rural, como primer paso para avanzar en la comercialización, y de la presencia en Caminos y Sabores “que le da a nuestros productores la posibilidad de mostrar sus productos y relacionarse con mercados y distribuidores”.
“Pero además la exposición permite el contacto con otros grupos de productores de diversas regiones del país y eso nos ofrece la posibilidad de confrontar nuestro trabajo, comparando calidad, presentación y las tecnologías de proceso que empleamos –agregó Vallejo-. Por lo tanto, se transforma en un ir y venir de información que se refleja después en la mejora de la calidad final que van logrando nuestros productores”.
El productor Juan Carlos Ruperez es el representante del Grupo Yarará y ya tiene experiencia en Caminos y Sabores.
“Tenemos que trabajar mucho antes de la muestra y cuando volvemos venimos enriquecidos para seguir mejorando –dice Ruperez-, pero también debemos ser muy creativos para lograr la atención de los asistentes, por eso hemos llevado colmenas con tapas de vidrio que permiten observar el trabajo de las abejas y en alguna oportunidad algún integrante del grupo no ha tenido problema en presentarse en el stand con un traje de abeja”. Y si esto no alcanza, Ruperez, que es buen guitarrero y cantor, no tiene reparos en ponerle ritmo chamamecero al stand.
Verónica Cecilia Bernert es una productora mendocina de vinos artesanales, e integra la Asociación de Vinos Caseros de Maipú, que este año con el apoyo del INTA llegaron por primera vez a Caminos y Sabores. “En julio, cuando se realizó la muestra, éramos 17 socios, ahora, en sólo cuatro meses crecimos a 22”, cuenta Bernert. Y con entusiasmo explica que fue el único grupo cuyano entre los que llegaron de la mano del INTA. “Fuimos seleccionados por ser un caso exitoso y porque nunca habíamos tenido la posibilidad de participar en Caminos y Sabores”.
“Pero también quiero destacar que en la Asociación contamos con el apoyo del Área de Desarrollo Económico de la Municipalidad de Maipú –agregó- y de esa forma logramos un nivel de actividades, como la presencia en esta exposición, que estimulan a que se sumen nuevos socios, atraídos por los logros que se pueden obtener a través del asociativismo”.
La diversidad es la principal característica de los grupos que llegaron con el INTA, y eso se expresa tanto en la variedad de regiones como de productos. Entre ellos, se destacan los tejidos generados por unas 300 familias de las localidades salteñas de Molinos y Seclantás. “Habíamos estado presentes en las ediciones de Caminos y Sabores de 2009 y 2010 –cuenta Marcela Duhalde-, y eso nos llevó a que comencemos a agregar diseño a la artesanía clásica. Por lo tanto llegamos a la feria de 2012 con un nuevo producto, una colección que resultó exitosa y que nos generó una gran cantidad de ventas, además de quedarnos una relación comercial con dos comercios de Buenos Aires, uno de Palermo y otro de San Telmo”.
“Participar en una exposición de esas características para nuestra gente es una experiencia fantástica –agrega Duhalde-, porque se enfrentan a un público que muestra un gran interés por sus productos, que pregunta mucho, que se interesa por conocer el contexto en el que se generan las prendas, y por lo tanto se sienten muy respetados”.
“Todo eso nos empuja y ya estamos por lanzar nuestra página web –dice Marcela-, pero además estamos entusiasmados con la idea de poder contar con un local propio en la ciudad de Salta y quizás en el futuro también otro en Buenos Aires”.
Los integrantes de cada uno de estos grupos debieron capacitarse en temas logísticos, administrativos, operativos y de comunicación, entre otras actividades. El ProFeder, creado en 2003, contribuye al desarrollo sustentable con equidad y a fortalecer las economías regionales. Sus acciones son coordinadas desde las 320 unidades de Extensión del INTA en sus 15 Centros Regionales.
Los grupos que participaron de la feria no solo se vincularon con el público general sino también con distribuidores, agencias de viajes, intermediarios para exportación, medios de comunicación, entre otros. Los técnicos del INTA que acompañaron a los productores valoraron que “el grupo venía de participar en varias muestras pero en este caso fue interesante la experiencia porque el público es selectivo y no disperso, lo que implica ser precisos en el producto o servicio a ofrecer”.
Por otro lado, sostuvieron que “Acceder a un mercado distinto al habitual o local les abre el panorama sobre qué productos pueden ser interesantes a desarrollar, qué información adicional ayuda a vender el producto, cómo varía el interés entre edades y géneros, y fundamentalmente que existe mercado para una mayor producción”.